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domingo, 29 de junio de 2014

GATOS MAL DIGERIDOS


Y a veces quisiera
tener esa voz potente y diáfana
para contestar a tus quebrantos
y no quedarme muda, ninguneada
tan pequeña que, casi podría desaparecerme
entre tus gritos.

Tener esas palabras con las que rebatirte
en el momento justo
y no después, cuando tú ya no estás
para escucharlas.

Pero no.

Mi voz desaparece en mi estómago
y se queda allí pesando
sin hacer la digestión
mientras me duele y me araña
las entrañas,
como un gato revolviéndose
en un saco.

Rosa M.

2 comentarios:

  1. Es como yo... las mejores ideas, las mejores respuestas las tengo cuando el momento pasó.
    Debería, deberíamos alejarnos un poco del momento, de una forma mental, racional y desde esa perfectiva tener la boca prestada y soltarlo todo con una verborrea prodigiosa... pero claro entonces perderíamos "nuestro encanto"

    Mil besos Rosa.

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  2. Suele suceder querida Rosa- Y se nos multiplican los gatos en el estómago, arañando hasta que salen por los ojos en forma de lágrimas.

    Muchos besos querida

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