haciendo curvo el el horizonte.
Y la noches serpentea
cual boa constrictor
dispuesta a devorarnos.
Sin otros compromisos
que el de disfrutar,
la mirada
viaja hacia otros
y se curva al recorrerlos.
De arriba a abajo, miradas,
miradas envolventes,
algunas,
redondas y acariciadoras,
otras
esquivas, traperas, torcidas,
miradas...
Con las palabras sucede lo mismo,
aunque,
a veces,
son mejores aquellas
que no se prenuncian,
pero se dibujan en las curvaturas perfectas
de unos ojos
y de unos labios.
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Vuestras palabras me alientan. Digas lo que digas se amable, tengo un corazón sensible.