Se oía la voz difusa
del locutor de radio,
anunciaba sin premura
día de mercado.
Las mujeres en sus casas
preparaban sus capachos,
para ser las primeras
en llegar al colmado.
Vendedores de sonrisas falsas
ofrecen sus mercancías,
mientras se desgañitan diciendo,
¡MARIA!
¡Cómprame estas cebollas
son especiales!
no hacen que tus ojos hermosos
derramen lágrimas
mientras desnudas
su carne magra.
¡MARÍA!
¡mira que cosas tengo!
son ropajes reales
para abrigarte del viento.
¡MARÍA!
¡cómprame, mujer,
cómprame algo!
que llevo el día entero
aquí esperando.
Rosa M.